Thursday, December 22, 2011

Coincidencia.

La perfección es un espectáculo decembrino, a veces tan certero como una advertencia. El suspiro de un ángulo impaciente hubiera roto esa afirmación inequívoca que articula la coincidencia, pero por alguna razón manchada por lo insólito no acudió la calamidad al llamado y (en esta ocasión) la gracia estuvo del lado de un espectador a ras de suelo. Por un momento sonrió, casi victorioso, porque no le fue arrebatada la imagen precisa, porque en un segundo secuestró esa escena donde se arremolinan las fuerzas invisibles y la espera de todo instante hablando en voz baja como el azar. Lo que pudo parecer dominio del asombro, tomó la forma del orden cuando la tarde ya sentía la obligación de resbalarse cuesta abajo hacia el oeste. De cualquier modo, la verticalidad fue ese gesto interino que, al mismo tiempo, quedó sumergido en el tiempo para disfrazarse de algo parecido a la posteridad… Así durmió aquel pequeño residuo de otoño, encogido y solo en una grieta que, sin embargo, tampoco negará alojamiento a la humedad boreal que ya tienen prevista las tardes de otro mes.