Thursday, December 22, 2011
Wednesday, November 23, 2011
Casi no recuerdo el
resto de la historia… recuerdo trozos de frases rodando como nubes por encima, pero
también la inmensa indiferencia del mundo. A ratos me llegan imágenes que
desfilan a paso lento… sonrisas, callejones, andenes y hasta esos muros que no
tienen edad ni origen. No hubo tiempo ni adornos para cada narración, por eso
se detuvieron mis pensamientos, para conocer todo aquello que tomó el lugar de
un recuerdo, aún cuando ya no recuerdo más de lo que ignoro. Quizá sólo recuerdo
ese campo tapizado de puntos y comas, un espacio realmente fatigado en el fondo
de sus preguntas, sin la menor idea de cómo traducir sus límites, sin el menor
asomo de ser más que un instante de mala memoria y, sobre todo, de poco
entendimiento. Quería abrir la marcha de ese alfabeto que busca como usurero amasar
y repetir sus propias obligaciones para maquillarlas de fortuna; pero, como dije,
no recuerdo mucho… De todos modos, ya sabía que nadie contaría esta historia
escondida detrás de todas las debilidades posibles. Olvidé casi todo… los
golpes en la puerta, los amaneceres del frío intenso, las sombras legitimando
una oscuridad sin formas; olvidé hasta la sorpresa de no recordar y la urgencia
de borrar hasta el olvido. Olvidé para que el silencio gravitara sobre esas
pausas que regala la novedad y, sí… lo olvidé también, porque como dije, mitad
otro, mitad yo, el enemigo que aún soy, casi no recuerdo lo demás.
Thursday, October 27, 2011
El día de hoy fue más enjuto que el resto, por no decir que más sombrío. No sé si por los vientos que se apresuran, o tal vez porque los árboles parecen estar hechos de tristeza, como marea fundada por fantasmas amarillos, pensantes… Supongo que a las hojas, como a las frases, les llega un instante de gangrena y, entonces, se les cae una humedad -nunca sola- para convertirse en una semana de cansancio. Aquí, como no hay ciudades, no hay pecados ni ignorancias que valgan el sacrificio de no creerse inmortal. Hay, sin embargo, eventos, ciclos, nombres e instantes que el tiempo prohíbe en nombre de lo que no se dice en escrituras. Mi afán de entender ese lenguaje es incauto y la luz insuficiente, pero así es la eternidad de una tarde que camina hacia la necesidad de no ser rehén azul de un sueño; así es cada uno de mis pensamientos a destiempo por no calcular los solsticios. Todo es así: La lluvia, la niebla, el frío, los pájaros migrando… todo existe bajo sospecha.
Monday, October 17, 2011
Sueño...
Quizás en uno de esos sueños remotos del pasado pude verlas, tan nítidas y sólidas como la rutina misma. De cualquier manera, me parece que hoy en día sólo quedan rastros de esos sueños que no alcanzan ni a insinuar los ecos de su propia brevedad. No lo sé, pero si hubiera tenido la pregunta adecuada, tal vez tendría hoy una certeza unánime a la cual rendirle culto, en lugar de preguntarme constantemente lo mismo... ¿qué fue primero? ¿acaso la imagen o ese sueño que ya no sueño?
Friday, October 14, 2011
Mancha en blanco y negro.
Uno nunca olvida cómo mueren los colores, porque los colores son muertos que simplemente duermen y no hacen caso a la voz de un pensamiento a solas. Las líneas a veces nos ponen al tanto de ese modo ridículo de morir a cada segundo y, al mismo tiempo, de contar cómo nos convertimos en fieras hambrientas, siempre cazando espejos y cenizas. Yo prefiero no recordar y dejar que un movimiento haga el resto de la hazaña, aunque acabe en el desastre de no ser más que un momento perdido entre incontables momentos.
Ojos vendados
¿Cómo adivinar aquello que ni siquiera se puede ver? ¿Cómo denominar ese simple intento de lo que creemos es una adivinanza? No poder ver es a veces una oportunidad para penetrar en el horror de saber que los ojos sirven para envolvernos de lo infinito, pero también de lo trivial. Entonces, ¿quién es realmente el que no puede ver?...
Friday, April 15, 2011
Thursday, March 10, 2011
Ventana
Creí escuchar el fragmento de un eco que permanecía sentado junto a la ventana. Pensé que en su raro zumbido cabalgaba una frase como todas las que solía oír antes de la siesta, cuando los talleres cesaban sus sinfonías de cigarra y se dormía el calor de puro cansancio… en esos momentos de tanto sol que nadie suele pensar ni siquiera en noticieros de las tres, agotados y solos.
Juré por un momento que esa misma ventana también me traía de nuevo una solemne lluvia que se escurría como vida, creciendo en las aceras y ablandando mis caminatas por el patio con olor a ladrillo. Después de eso, recordé… sí, recordé cómo un ejército de noches me sorprendía mientras hacía conjuros que ya no recuerdo o más bien desconozco. Sólo viene a mi memoria un gran derrame de estrellas envolviendo la quietud de los tejados y alguna que otra sombra de gato, y yo buscando la razón de un viaje al norte de ida y vuelta.
Sé que la historia puede cobrar la forma de un murmullo inteligente, pero quizás necesito encontrar de nuevo ese eco a diario para justificar una tarde cualquiera de escritura, o más bien para escribir cualquier justificación de esa y muchas tardes, del resto de las noches que se han ido a mi sótano personal. La arena y el tiempo son cómplices silenciosos que no perdonan un parpadeo y en el instante menos pensado se roban todo con la misma mano con la que cierran puertas que en ese mismo instante han dejado de existir.
Porque a veces no sé quién miente, si el presente que filtra olores y temperaturas, o acaso el pasado que aún duerme como niño sollozando en la completa negación. Hubo tantas versiones de esta misma ventana que mi sorpresa yace en un punto equidistante entre el recuerdo y algo parecido al olvido que habla como fantasma.
Thursday, March 3, 2011
Tarde
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