Tuesday, May 28, 2013

Taraxacum




Hace una semana las vi, por encima de su rutina asfixiada de polen, como si estuvieran riendo de saber que morirían recién nacidas. Se les metió esa loca idea de salir por los senderos. Su desfile era parte de ese gesto desafiante de no creer ni en el verano ni en los desenfrenados vientos que le arrancan el sol al Midwest por la tarde. Vivieron, se quedaron por un breve lapso y, finalmente, quién sabe que les pasó. Posiblemente, se repartieron una llovizna como si fueran un hotel de calamidades y rezaron su rosario de secuestros, uno por uno. Ahora, ya no les quedan ni los amaneceres. Solamente se dedicaron a apretar las semillas hasta que fue imposible y, como en cada ciclo, explotaron como el llanto cuando llega el cansancio. Así, echaron un rumor sobre la luna llena; nomás por el puro placer de mirarse al espejo de frente y perfil.