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… Y así llegó,
como un montón de zarpazos, como cuando se derrumban las notas de un piano
histérico y redondo de tanto habitar el sonido. Diez segundos, diez años… quién
sabe. Sólo sé (o creo saber) que la fraternidad entre el fulgor y la humedad
del cielo se hizo un escenario solemne
donde creció una música que intentaba liberarse de atriles y balcones a
gritos, a fuerza de un entusiasmo secreto. Preferí ignorar la epifanía y sumergirme
en la confusión de un silencio tan vacío como la evidencia de un abandono.
Apenas me sentí un poco seguro de mirar al mundo así, en plena complicidad con
esos colores apoyados en el poniente, llegó así… llegó el pasado a vestir de
luto el ocaso y llevárselo al demonio, como la melancolía de un zaguán aburrido
entre las sombras y que ya nadie recuerda.