Thursday, June 14, 2012

… Y apareció así, sutil y melancólico. Por un momento el azul fue una animación natural de su propia advertencia; algo así como la tolerancia hacia un brillo discreto, pero siempre entendiendo que en su propio prólogo ya no hay espacio para más adjetivos, ni necesidad del comentario final. El paisaje, tan breve como infinito, tomó la forma de un espíritu ahogado en aquellos años, cuando la escritura pendía de la agitación secreta (a veces convulsa) de un intento a prueba de oscuridades. Mientras tanto, yo, como pude llegué, casi evasivo, a ratificar la incomprensión, o más bien, a derramar la sangre de un mito que ya no se repite y, peor aún, se le ha olvidado hasta al insomnio de incontables explicaciones. Llegué y borré con cautela mis huellas de ese mapa incoloro.