Wednesday, March 26, 2014

Hielo



 
Caminaron. Caminaron solos cargando el azar de un diluvio ausente, sin raíces ni intereses. A la derecha y lejos de la piedra, trajeron un sueño polar y volvieron como todos los años a vagar sobre el hielo, quizás en busca de un alba llano, sin pánicos que juzguen la rutina; o tal vez intentaron poblar la entraña marginal del agua dura y dividida. Algunos, los más diestros, perforaron la tarde con la complicidad de una adivinanza, de ésas que son severas con los rigores de la física. Otros, afirmaron su malestar con la velocidad de una palabra sorda, mordida una y otra vez en el más absoluto secreto. Casi todos respondieron quedo, como fantasmas, y luego consagraron la ira de un sueño que ya no vuelve a la esquina de la memoria, ya sea por asomo o por darle un tributo a la decencia de desalojar las causas de un invierno obstinado en compartir sus propios sótanos con la luz. Todos de pie y heridos, faltan a sus trabajos, por negligencia o por el cínico placer de comprobar la tensión superficial de las horas que no son como las oficinas. Todos andan lento, conspiran contra el lago, todos se miran sin verse, por lo menos para matar el asombro de no encontrarse hundidos en las grietas, en los montones de una sola pregunta: ¿Cuándo llegará la primavera?