Thursday, October 27, 2011


El día de hoy fue más enjuto que el resto, por no decir que más sombrío. No sé si por los vientos que se apresuran, o tal vez porque los árboles parecen estar hechos de tristeza, como marea fundada por fantasmas amarillos, pensantes… Supongo que a las hojas, como a las frases, les llega un instante de gangrena y, entonces, se les cae una humedad -nunca sola- para convertirse en una semana de cansancio. Aquí, como no hay ciudades, no hay pecados ni ignorancias que valgan el sacrificio de no creerse inmortal. Hay, sin embargo, eventos, ciclos, nombres e instantes que el tiempo prohíbe en nombre de lo que no se dice en escrituras. Mi afán de entender ese lenguaje es incauto y la luz insuficiente, pero así es la eternidad de una tarde que camina hacia la necesidad de no ser rehén azul de un sueño; así es cada uno de mis pensamientos a destiempo por no calcular los solsticios. Todo es así: La lluvia, la niebla, el frío, los pájaros migrando… todo existe bajo sospecha.

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