Texto (Sin)Sentido: In Memoriam: Carlos Enrique (1986-2008)

Sunday, February 10, 2008

In Memoriam: Carlos Enrique (1986-2008)

¿Quién eres?
¿Dónde quedaste después
Del silencio y la distancia?...
Niño de palabras, niño
De desvelos y canciones inventadas.
Eres tú, niño,
Dueño de la risa nocturna
Haciéndose mañana,
Rebotando en la distancia
De febrero,

Desde una calle

hasta mi ventana...

Te quedaste y me fui;
Hoy te vas para que me quede,
Derrotando lunas y conjuros.
Duérmete niño.
Barre sombras y llévate mis manos,
Toma la luz y un enjambre de
Recuerdos a donde vayas.

Piénsame un poco, que a ratos
Te traeré a jugar
Y a dibujarme un destino
Con los crayones de
Tu voz y tu risa insolente…
Nos vemos, niño, pórtate
Bien y no llores… Mejor
Sueña, descansa que
Todo estará bien.

5 comments:

Anonymous said...: Lloro eh?; February 12, 2008 at 5:58 PM
Anonymous said...: Muy lindo poema, gracias por compartirlo. Besos desde Sonora.; February 12, 2008 at 9:49 PM
Anonymous said...: Querido Borges...
la gente que uno ama profundamente no se va del todo...
sabes que estoy contigo.
LoLa; February 15, 2008 at 9:22 PM
Anonymous said...: Dios necesita angeles, y este angelito tiene mucho trabajo, somos muchos los vega y los carrillo que nos hemos quedado,el velara por nosotros, y guiara nuestros pasos cada dia hasta que podamos reunirnos con el. tengamos paz y encontremos consuelo en los recuerdos maravillosos que hayamos compartido con el.; March 1, 2008 at 9:27 AM
Anonymous said...: Desde el cielo nos esta viendo,
desde el cielo nos esta cuidando
desde el cielo nos esta guiando, nos proteje cada paso que damos. bendito sea que en el cielo esta y al lado de Nuestro Señor siempre estara.
es un angelito,,, y ahi está !
con cariño ... tia chochó; March 1, 2008 at 9:38 AM

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Philly.

En secuencia, una tras otra, se colocan así, tal y como las palabras que fingen haber tomado posesión de esta (y no otra) realidad. Parecen bancas, cierto; pero son más que eso. Son una sarta de esperas, un ejército de domingos al atardecer, o quizás el esqueleto de una conversación perdida en el pasado. Cuando dan las cuatro, después las cinco y así sucesivamente; ya no hay nada que decir. Tan sólo nos queda escuchar, sí escuchar cómo la madera se derrama y revela esos secretos que, bajo otra circunstancia, se escapan como agua.

Piedra

Aquel día me di cuenta (por fin) que la piedra, después de transitar como pensamiento, suele ser víctima de incontables miedos; entre ellos, un terror intelectual (por lo regular agudo) ante cada forma del aburrimiento que se hace más abominable. Sin duda, su sed, su gran codicia es la mortalidad de nuestras breves respiraciones que desvarían como nubes descalzas. Su gran culpa no es la locura infinita, ni la quietud sobrenatural, sino el color de las sombras que le pinta el destino cuando se empecina en alargar lo cotidiano: Frío, calor, desánimo y una pesadumbre que no tiene escondite.