Monday, February 10, 2014

Luna sola

Encuentre la luna y llévesela a casa. Llévesela entre las sienes, si quiere, pero no la deje así, tan sola y terrenal. No vaya a ser que en un descuido, se la robe la niebla a punta de tangentes, tomándola de la cintura. Salve esa luna inclinada sobre las ramas para que la noche no la rompa y que, después, deje sus pedacitos regados en un puente de nubes ausentes. No olvide que la luna tiene una lengua enredada en los hastíos cotidianos, después de tanto perseguir el horizonte. Sí; la luna de gritos y humos; es ella la que aulla y se esconde en los cerros que se tragan los pájaros, los tornados perfumados de primavera. Cuando por fin la tenga, recuerde cerrar la ventana y, así, todos sus miedos no serán más que sombras plateadas, como mariposas jugando a pintar la madrugada.

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