Saturday, March 31, 2012

A esa hora pensé que el mundo ya no tenía más misterios; creí que los accidentes de un tiempo terrenal ya saboreaban los olores de una oscuridad agachada y sin rasguños. Definitivamente no... la misma sangre que cierra las esquinas como soluciones, apuró el desvanecimiento de todos los detalles que creía memorizados. Me di cuenta (entonces) que el ocaso no es más que una burla acerca de todo, una travesura de cristales previa al anochecer, y por eso nadie se queja de cómo caen sus colores mientras sube el odio por la noche en marcha.

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